Jorge Muzam
En 1996, Nicanor Parra visitó San Fabián. La visita había sido gestada meses antes por el municipio. Fueron días de reencuentro con su tierra de infancia, con los chivos, los cerros de Las Guardias, el aroma a cordillera. Nicanor recordaba el cerezo que plantó su padre, que era profesor primario y músico. Sobre él escribió: “Lo reconozco bien. Éste es un árbol que mi padre plantó frente a la puerta. Ilustre padre que en sus buenos tiempos fuera mejor que una ventana abierta. Desde entonces ha pasado tiempo, podría decirlo con certeza. Todo está igual, seguramente. El vino y el ruiseñor encima de la montaña”.
También permanecía el pozo donde la familia se abastecía de agua, y los dos viejos sauces entremedio de los cuales se erigió la casa de madera que albergó a los Parra. Nicanor recordaba muy bien los cerros, porque de pequeño pasaba largas jornadas cuidando chivos. Ricardo Valenzuela, trabajador agrícola de la zona que lo acompañó en esa ocasión, recordó más tarde: “Lo primero que me dijo cuando se bajó del auto y entró en el terreno fue recordar cuando tenía que cuidar a los chivos que pastaban en los alrededores. Él tenía cuatro o cinco años y se acordaba perfecto de cómo jugaba con piedras para entretenerse y pasar el rato mientras tenía que vigilar a los animales. Ese día se emocionó al regresar a este lugar. Anduvo recorriendo, mirando los cerros que rodean el sector y lo que más repetía era que pasaba muchas horas en soledad, sólo con la compañía de los chivos y que por eso había memorizado tan bien el paisaje de Las Guardias”.
Se le organizaron festejos en su honor que el poeta aceptó de buen grado. Se le veía cómodo, a sus anchas. genuinamente contento en San Fabián. Cuando recibió la categoría de Hijo Ilustre, escribió sobre el acta: “Acepto siempre que por Hijo Ilustre, se quiera decir hijo pródigo. Gracias. Nicanor Parra 96”.
Hugo Villegas, vecino de Las Guardias, recuerda con humor una anécdota de Nicanor. Cuando caminaba por la plaza de San Fabián se acercó a unos muchachos que bebían vino en garrafa. Ellos le ofrecieron un vaso, pero el poeta les dijo que el vino se tomaba directamente del envase y se empinó la garrafa a la vieja usanza. Antonio Hernández, destacado músico y profesor sanfabianino, fue protagonista de ese momento y lo confirma con estas palabras: "Bebimos unos sorbos de mosto tinto trasnochado en un banco de la plaza, cuando él caminaba con Colombina Parra y el guitarrista de los Ex".
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